El presidente estadounidense de OMFIF, Mark Sobel, dedicó su análisis de esta semana a realizar una autopsia de las propuestas económicas del libertario para la Argentina del futuro.
“Con la ‘sorpresa’ victoria de Javier Milei en las elecciones primarias de Argentina, los inversionistas globales ahora se están enfocando en sus propuestas de política económica altamente poco ortodoxas para una fuerte austeridad fiscal, liberalización y dolarización y, por extensión, abolir el banco central.
No importa quién gane la presidencia, Milei tiene razón al pedir una consolidación fiscal masiva para detener el exceso de endeudamiento y liberalizar la economía para impulsar la productividad. Pero la dolarización sería una apuesta demasiado arriesgada. No hay fórmula mágica para los problemas del país, solo trabajo duro.
Argentina ha estado plagada durante mucho tiempo por ciclos de gasto excesivo en un contexto de bajos ahorros. Este ciclo es evidente nuevamente en las desastrosas condiciones económicas actuales. El exceso de endeudamiento interno es financiado por el banco central, lo que provoca una alta o hiperinflación. El endeudamiento externo a gran escala se vuelve insostenible, lo que genera incumplimientos en serie. Los controles de capital y las prácticas de tipo de cambio múltiple socavan aún más la competitividad.
Estos son problemas fundamentales que deben solucionar las políticas fiscales, monetarias y estructurales”
Introduciéndose a fondo en la propuesta de la dolarización de la economía, de parte de Milei, el titular norteamericano del OMFIF, reflexionó: “La economía argentina ya está significativamente dolarizada ya que hay poca confianza en el peso, y la dolarización total no parece ir demasiado lejos. Se quitaría la discreción de las manos de los funcionarios, dado su historial de fracasos. La dolarización, en principio, requiere que el gobierno muerda la bala fiscal y se asegure de que ya no se proporcione financiamiento monetario. En teoría, la inflación debería disminuir de forma pronunciada y sostenible con la credibilidad del país ligada a la política monetaria estadounidense.
Pero la dolarización es una estrategia de ‘no salida’ potencialmente peligrosa. Podría sembrar las semillas de una gran contracción y colapso, mientras desvía la atención del arduo trabajo de arreglar la economía.
Bajo la dolarización, el crecimiento de Argentina dependerá de tener un superávit en cuenta corriente y generar una entrada de capital. Eso puede ser factible con un fuerte crecimiento mundial, altos precios de las materias primas, inversiones atractivas, un estado de derecho sólido y una moneda infravalorada.
El plan de convertibilidad era una caja de conversión, no una dolarización total. No obstante, si bien resultó ser beneficioso para la inflación argentina, no estuvo suficientemente respaldada por políticas macroeconómicas favorables y careció de resiliencia frente a los shocks, lo que contribuyó en gran medida a la falta de sostenibilidad y al colapso del crecimiento. La dolarización enfrentaría los mismos desafíos y riesgos”, advierte.
Por otra parte este informe se enfoca, en los problemas asociados a la dolarización de la economía, que muchas veces son pasados por alto.
“Se necesitan dólares para respaldar la dolarización, pero las reservas netas argentinas actualmente son negativas. Las autoridades financieras pierden significativamente cualquier capacidad de actuar como prestamista de última instancia, lo que solo puede aumentar la vulnerabilidad del sistema financiero. Los vínculos entre las economías argentina y estadounidense son pequeños.
Argentina necesita una consolidación fiscal radical para detener el ciclo perpetuo de exceso de endeudamiento, alta e hiperinflación, incumplimiento e inestabilidad. Necesita pisar los frenos en la creación de dinero de reserva. Por doloroso que sea, es necesario para lograr la sostenibilidad y una transición hacia un futuro mejor. Argentina también necesita una liberalización extensa y secuencial: no cuenta con tipos de cambio múltiples, controles de capital y otras restricciones. Los bancos fuertes son imprescindibles.
Una estabilización basada en la dolarización podría reducir la inflación más rápidamente que morder la bala fiscal, detener la creación de crédito y mantener la flexibilidad de la moneda. Pero la falta de una política de salida para la dolarización bien podría conducir a una contracción económica y un colapso mucho más graves, como sucedió después del plan de convertibilidad, que al preservar el papel de la flexibilidad monetaria. En cualquier caso, la estabilidad macroeconómica y monetaria no se logrará simplemente introduciendo un nuevo régimen monetario. Más bien, la estabilidad solo se puede lograr haciendo el trabajo duro.
Dada la triste historia económica de Argentina, uno puede ser muy escéptico de que los funcionarios reúnan la voluntad política para asumir la responsabilidad y hacer el trabajo duro, en lugar de culpar al FMI por los problemas del país. Quizás un optimista podría armarse de valor para creer que esta vez es diferente. El pueblo argentino merece algo más que la excelencia en la cancha de fútbol”, sentenció.