La tensión entre el presidente Javier Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel se recrudeció en los últimos días luego de que la titular del Senado quedara en el medio de una polémica por sus críticas a Francia, una toma de posición que fue considerada “poco” feliz por el mandatario y que derivó en un pedido de disculpas del Gobierno ante la embajada de ese país.
El tuit de Villarruel, que aún hoy mantiene fijado en su perfil y que generó fuerte apoyo en la tribuna libertaria, tuvo como efecto una visita express de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, a la Embajada francesa en Buenos Aires.
Pero ese último contrapunto es la punta del iceberg de una relación tensa desde noviembre de 2023 y sobre la que, en las últimas horas, el propio Milei pidió sin embargo poner paños fríos.
Según supo la Agencia Noticias Argentinas, el mandatario dio la orden de “bajar la espuma” del conflicto entre ambos, pero la realidad es que desde hace varios días que no intercambian palabra. Al respecto, el vocero presidencial, Manuel Adorni, sostuvo hoy en conferencia de prensa que el episodio “hizo más ruido de lo que fue” y, en sintonía, un colaborador aseguró que “es un tema cerrado”, pero los reclamos abundan.
Una alta fuente consultada por esta agencia en Casa Rosada ratificó el rumor acerca de la consideración que tienen de Villarruel en el esquema de Gobierno: “No forma parte. Tiene agenda legislativa propia”.
La frase, que se suma a una serie reproches por el accionar de la vice en el Senado, tiene, al menos, dos nuevos frentes de conflicto: la Presidencia de la Comisión Bicameral de Inteligencia y la postulación del juez federal Ariel Lijo para integrar la Corte Suprema.
En Balcarce 50 consideran que la abogada y exdiputada nacional encarna una agenda propia, paralela a los intereses del círculo de Milei. “Villarruel no actúa sola. Nunca”, deslizó un hábil colaborador presidencial que sospecha de un entendimiento político con el expresidente Mauricio Macri para que el senador Martín Goerling, de Misiones, presida la Comisión Bicameral de Inteligencia, lugar reservado por el oficialismo para el peronista Edgardo Kueider, de Entre Ríos.
En los pasillos del Senado la versión es otra: en el entorno de Villarruel y en el bloque PRO sostienen que la propuesta de Goerling como titular de Inteligencia fue por mutuo acuerdo entre todos los bloques, con excepción del kirchnerismo, y que luego fue elevado a Villarruel.
Inclusive, afirman que el nombre del senador misionero había sido una propuesta de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en medio de su pulseada con Macri.
En este campo minado, en la administración libertaria se anticipan a los movimientos del Senado y aseguran que van a “desconocer cualquiera de los acuerdos que no se nos haya consultado” y que no haya sido previamente aprobado por el Poder Ejecutivo.
Desde la mesa chica de Milei consideran, por ejemplo, que el senador formoseño Francisco Paoltrini presta su voz para hacer públicos los reclamos de Villarruel y materializar sus diferencias. Paoltroni viene de rechazar en una entrevista con la Agencia Noticias Argentinas por la postulación de Lijo al tildarlo como “nefasto para la República”.
En la Rosada, al senador formoseño lo tienen cruzado: “Es ingrato. No es la forma de construir dentro de un espacio político”, deslizaron fuentes del entorno de Milei ante esta agencia.
El viernes último, Paoltroni había sido citado a la Casa de Gobierno por el asesor presidencial Santiago Caputo para que aclarara su postura sobre Lijo.
Una voz libertaria del Senado reflexionó sobre esta sospecha que tiene el Ejecutivo sobre Villarruel-Paoltroni y consideró que esa confluencia es “contradictoria” porque el legislador “supuestamente estaba enojado” con la vice porque “no llegó a la presidencia provisional” del Senado.
De hecho, en el propio entorno de Villarruel se preguntaban: “¿Agenda propia es ir a la feria del poncho en Catamarca?”.
Más allá de los tironeos de los últimos días, en el Gobierno repiten que con Villarruel los une “el 95% de coincidencias”, pero “el 5% de diferencias”, tal como definió el propio Milei hace algunos días. Lo concreto es que, con su calificación de “poco feliz”, fue la primera vez que el Presidente desautorizó el accionar de su vice a solo siete meses de haber desembarcado en el Ejecutivo.